martes, 12 de diciembre de 2006

al principio

Al principio todo estaba bien. pero luego ella empezó a mirarme tan fijamente, siempre desde la misma silla, como haciéndose notar. Y no decía nada. Lo peor de todo era que no decía nada porque cualquiera podría haberle contestado alguna cosa para que se alejara pero sencillamente se sentaba allí, junto a la ventana, la boca entreabierta, su perfil de imbécil un poco ladeado, tan intensamente que era imposible atender al profesor. Cuando nos íbamos a casa caminaba detrás como un perrito. al principio nos burlábamos, ya está ahí la rara, mírala, seguro que se come los mocos y esas coletas que lleva, parece una muerta. y la sofi incluso se paraba y le preguntaba cosas sólo porque le daba rabia y ella se quedaba así y nos miraba sin decir nada hasta que uno empezaba a sentirse de verdad enfermo e incluso la sofi tenía que callarse y de pequeños a veces le tirábamos piedras para que se alejara, desde lo alto de la cuesta que llevaba hasta las casas y luego corríamos hasta estar a salvo y ya no lo pensábamos. Al principio todo estaba bien pero luego todo anduvo mal. En cuarto curso nos colocaron Antonelli-Apri; Arméndiz-Arrieta junto a la ventana y ella me miraba y yo bizqueé con asco y arrugué la frente. olía raro. y luego en el patio leonardo fue el primero le gustas a la muerta y todos los demás en corro y ella me miraba como si pudiera hacer algo y la sofi martín ni la toca a la muerta a ésta si babea entera seguro que aún se mea y yo pensé que quizás sí que se meaba todavía así que me aparté y cuando se levantó tenía las rodillas rojas como de mercromina. En las materias empezaron a darme un suspenso tras otro y quizás si yo no la hubiera levantado entonces en casa era abrir el libro y aparecía ella, mirándote con esos ojos como de vaca muerta. el olor se me quedaba pegado en la ropa y fue por eso, de verdad sólo por eso, que decidí meter la mano un poco entre las piernas sólo para notar el tacto húmedo como la baba.

domingo, 10 de diciembre de 2006

noviembre

qué tibio engaño, qué esperanza de fé creada en nada en unas manos que agarraban las mías con el apuro del que no se atreve de una mirada retenida perdida tras el humo de un pacto de labios arañando los ojos de uñas que arrancan tironeando el pelo de mordiscos que observan la distancia y dicen no estás cerca estás lejos estás más cerca que cuando estabas lejos y una melodía entre los dientes marcando el ritmo y huyendo porque qué tibio engaño y cuánta belleza insoportable

vi

El traje que vestí mañana
no lo ha lavado mi lavandera:
lo lavaba en sus venas otilinas,
en el chorro de su corazón, y hoy no he
de preguntarme si yo dejaba
el traje turbio de injusticia.

A hora que no hay quien vaya a las aguas,
en mis falsillas encañona
el lienzo para emplumar, y todas las cosas
del velador de tánto qué será de mí,
todas no están mías
a mi lado. Quedaron de su propiedad,
fratesadas, selladas con su trigueña bondad.

Y si supiera si ha de volver;
y si supiera qué mañana entrará
a entregarme las ropas lavadas, mi aquella
lavandera del alma. Que mañana entrará
satisfecha, capulí de obrería, dichosa
de probar que sí sabe, que sí puede
¡CÓMO NO VA A PODER!
azular y planchar todos los caos.

césar vallejo

el momento más grave de la vida

Un hombre dijo:
-El momento más grave de mi vida estuvo en la batalla del Marne, cuando fui herido en el pecho.
Otro hombre dijo:
-El momento más grave de mi vida, ocurrió en un maremoto de Yokohama, del cual salvé milagrosamente, refugiado bajo el alero de una tienda de lacas.
Y otro hombre dijo:
-El momento más grave de mi vida acontece cuando duermo de día.
Y otro dijo:
-El momento más grave de mi vida ha estado en mi mayor soledad.
Y otro dijo:
-El momento más grave de mi vida fue mi prisión en una cárcel del Perú.
Y otro dijo:
-El momento más grave de mi vida es el haber sorprendido de perfil a mi padre.
Y el ultimo hombre dijo:
-El momento más grave de mi vida no ha llegado todavía.

césar vallejo

jueves, 7 de diciembre de 2006

variaciones en torno a un vaso de agua

el vaso de agua en mis manos
y tú en mis labios

mis manos en el vaso de agua
y mis labios en ti

el vaso de agua en mis labios
y tú en mi mano

mis labios en mis manos
y tú en el vaso de agua

el vaso de agua en ti
y mis manos en mis labios

mis labios en el vaso de agua
y mis manos en ti.

JorgeEduardo Eielson

viernes, 1 de diciembre de 2006

cuando nada funciona

cuando nada funciona salgo a la calle a intentar que ocurra algo: justo te cruzas con alguien que te cuenta una buena historia o ves un niño distraído y piensas, qué hermoso, un niño distraído. a veces paseo por las librerías y encuentro un libro barato que tiene un poema, justo el que me hacía falta, y lo leo sentada en un bordillo. otras veces pasan cosas raras: te toman una foto, te cruzas con gente de mirada interesante, te ves la cara en el cristal, caes de golpe en mitad de algo importante. Hay días en los que todo sale mal y ni siquiera la ciudad ayuda. entonces nunca sé que hacer. puedo entrar en el cine y ver alguna peli, aunque sea muy mala, y esperar que el día se vaya escurriendo despacio o buscar a algún amigo y tomar una cerveza pero en los días así me desconcentro: no puedo seguir una conversación, ni escribir, ni leer un cuento un poco largo y ni siquiera pensar con mucha claridad. por eso siempre termino caminando otra vez, la ciudad entera para mí, a la espera de que ocurra algo maravilloso que vire completamente el día.