jueves, 6 de diciembre de 2007

Testimonio del primer escarabajo pelotero que quedó atrapado en una cáscara de nuez

Al principio uno se angustia con preguntas absurdas que, luego se demuestra, son sencillamente fruto de la inexperiencia. La primera inquietud es saber si uno se ahogará. Nos han hablado siempre tan mal de los espacios cerrados. Claustrofóbicos, los llaman. No es cuestión de avergonzarse, casi todo el mundo pasa por uno de esos períodos de inquietud pero, ya digo, sólo demuestran cierta inmadurez y en seguida debería uno superarlos sin dejar que le desvíen demasiado de lo que yo llamo “proceso de cascarización”. Lo importante, ante todo, es sobrevivir. Y para ello, queridos amigos, hay que amoldarse. Ha de acercarse uno lo más posible a ser la propia cáscara. Y, claro está, para ello hay que mantenerse con "high-spirits". Todos sabemos hoy en día de la importancia que tiene la actitud de cada uno ante las realidades de la vida. Si mantiene la cabeza fría, uno termina por descubrir la comodidad de la nueva situación. Ningún proceso es fácil, como todos sabemos, pero todo esfuerzo presenta recompensas.

Al poco tiempo de estar encerrado en la cáscara descubre uno que la nuez, a pesar de lo que pueda parecer, es porosa y, si uno no se mueve mucho, no hay demasiado riesgo de sofocos. Alguna gente me pregunta, ¿es que no se le atrofian las extremidades, forzado como está usted a presentarse en forma de pelota? Y yo respondo: ¿acaso no tenemos nosotros esa ventaja motora respecto a otro tipo de especies? ¿y, es esto algo que pueda ignorarse o, sin embargo, algo de lo que deberíamos no sólo aprovecharnos sino reivindicar como valor esencial y distintivo? De hecho, las extremidades resultan verdaderamente innecesarias una vez acostumbrados al movimiento pendular que provocamos en la nuez inclinando el cuerpobola. En realidad, he comprobado que ese movimiento provoca un adormecimiento semejante al de un balanceo lo cual, dadas las circunstancias, no puede negarse que es verdaderamente útil además de, si ustedes me lo permiten, bastante ingenioso. Se compensa de esta manera el aletargamiento, la falta de espacio y la posible ansiedad de los escarabajos primerizos.

El alimento es, sin duda, otra de las frecuentes inquietudes. Sin embargo, hay que tener en cuenta que el escarabajo en este momento no ha de ser considerado como "escarabajo". Todo lo contrario, el escarabajo es en realidad un individuo en "transformación", lo que podría llamarse un híbrido en proceso de perfeccionamiento hacia un mestizaje (el primero, de hecho, referido en la literatura científica) de animal-vegetal. Es por eso que su necesidad de nutrientes se ve considerablemente reducida. La propia cáscara de nuez actúa como fuente de vitaminas (sobretodo A, B, C y D) e incluso proteínas. Al mismo tiempo, ha de considerarse que el nuevo híbrido necesariamente adquiere las propiedades motrices vegetales lo cual, obviamente, supone una ventaja considerable al reducir el gasto energético y, en consecuencia, la búsqueda de nutrientes pronto deja de ser una preocupación esencial en la cotidianidad del encascarabajo. Claro está, los nutrientes de la cáscara de nuez no son ilimitados, sin embargo, según mis cálculos, permiten la supervivencia de un escarabajo medio durante al menos cinco años. Muy probablemente, tras este período, la simbiosis con el medio sea ya del todo efectiva con lo cual no merece la pena preocuparse por futuros hipotéticos. Ha de considerarse, en cualquier caso, que la vida media del escarabajo pelotero no suele superar los siete años con lo cual, la pérdida vital es compensada claramente con el aporte biológico y la superación racial comprendidas por el nuevo estado.

Finalmente, y sin entrar ya en la discusión de elementos más concretos y superficiales como la tan criticada estriación de la piel (voces que se niegan a asumir que en realidad la cáscara de nuez es ya un todo que nos pertenece, una extensión de nuestro propio cuerpo, una prótesis que nos convierte en un otro superador de nuestro yo primero y que nos identifica ya no como nuez, como muchos individuos sostienen, sino como una otredad en el camino hacia el progreso, hacia una nueva forma de relaciones sociales, hacia una nueva individualidad) quería dedicar unas líneas a hablar de las ventajas evolutivas que supone esta nueva condición. Ya hemos visto cómo este nuevo estado nos permite una maximización de los elementos que encontramos en el medio. Pero, más allá, supone también un aprovechamiento más que ventajoso del “tiempo". Las relaciones sociales se transforman, el gasto temporal es tan escaso como el gasto energético y, gracias a ello, el futuro nos augura una sociedad con un mayor bienestar, con un mayor tiempo de ocio, con un espacio que pueda revertir en nosotros mismo como colectivo y sociedad. Podemos decir, en fin, que al asumirnos, estamos también asumiendo el avance de la Historia.

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