martes, 10 de noviembre de 2009

orientalismo

Tiene los ojos oscuros, y un gran círculo a su alrededor y la sonrisa preciosa y el pelo negro. Es medio árabe y después de esta noche sé que es difícil encontrarla de espaldas porque todas las árabes se le parecen. Tiene la mirada profunda y, cuando te mira, lo hace con firmeza y te arrastra con sus ojos hacia un interior tan profundo que asusta. Es preciosa. Y dan ganas de saber más de ella, de desnudarla poco a poco, de ir quitándole todas las capas hasta encontrar su piel tan blanca. Dan ganas de pedirle que esa mirada sea sólo para ti, para nadie más. Que te lleve contigo hacia su secreto. Que te deje perderte a su lado. Tiene los ojos oscuros, tan oscuros, que dan ganas de quedarse con ella para siempre. Y, además, el destino y la estupidez, o una combinación de ambas cosas, no me dejan acercarme a ella.

2 comentarios:

Alvaro dijo...

"No creas que el teléfono va a darte los números que buscas. ¿Por qué te los
daría? Solamente vendrá lo que tienes preparado y resuelto, el triste reflejo
de tu esperanza, ese mono que se rasca sobre una mesa y tiembla de frío.
Rómpele la cabeza a ese mono, corre desde el centro de la pared y ábrete
paso. ¡Oh, como cantan en el piso de arriba! Hay un piso de arriba en esta
casa, con otras gentes. Hay un piso de arriba donde vive gente que no
sospecha su piso de abajo, y estamos todos en el ladrillo de cristal." no se me ocurrió nada mejor que julio. un beso

jacarandá dijo...

maravilloso, álvaro!
Muchas gracias!