A la salida, dos de mis alumnos discuten. Uno defiende su ateísmo. El otro, descompuesto, sorprendido, casi diría que asustado, le interroga, le reprocha, intenta hacerle volver a la lógica perdida de la fe. El muchachito, moreno, delgado, temblando pero con valentía le responde: yo soy libre y quiero vivir libre. Y rima una coplilla escrita por él, en castellano, donde se reafirma. La coraza de la valentía por encima de todo.
Me impresiona su fuerza. Intento transmitirle con mi mirada toda mi admiración.
Vuelvo a casa y pienso en la valentía y en aquellos que son fuertes y capaces de hacer oír su palabra a pesar de todo.
1 comentario:
Tanta dignidad...
Me gustaría decirle a aquel señor de lentes redondos y barba sabia, que no estoy tan segura de que vencieran.
Fíjate, tanto tiempo y unos chicos jordanos discutiendo sobre libertad y valentía, y una profe erizada al contemplar y contar su propia historia. Casi casi seguro que no vencieron, ni convencieron, ni vencen, ni convencen.
Publicar un comentario