lunes, 4 de enero de 2010

jerusalén

estos días son de amigos, de final de curso, de preparar exámenes, de inda que se cuela en mi vida como un regalo, de amor a abde y maría (qué gran suerte tenerles), de viajes. jerusalén es un huracán, un aleph. es amor y odio. es fe y violencia. es lo mejor y lo peor del ser humano juntos. escribo rápidamente porque no tengo tiempo para plasmar todas mis sensaciones y, a la vez, no quiero que se me escapen. necesito hablar de los judíos ortodoxos corriendo por las calles para llegar al muro de las lamentaciones donde se enredan como un murmullo de tirabuzones acompañados de los soldados armados y llenos de fervor adolescente. necesito hablar de los palestinos expulsados, arrinconados en sus barrios sucios y desvencijados donde la pobreza y la violencia escapa por los rincones. necesito hablar de los callejones llenos de luz, de la mezquita que brilla como el oro iluminando la ciudad, mostrándose eterna y resplandeciente con la arrogancia de la resistencia, como un símbolo de la eterna presencia de una historia que no se dejará borrar con tanta facilidad. necesito y me falta el aire, me falta el tiempo, me sobra el corazón encendido por todo lo que estoy viviendo.

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