domingo, 17 de marzo de 2013

micromachismos a la jordana

Estos son de los micromachismos que más me tocan las narices:

-No poder sentarme al lado de un hombre y que, si lo hago, sea terriblemente incómodo para los dos. La separación reina en los medios de transporte. Esta división arbitraria y basada en criterios religiosos y culturales, coloca a los hombres en la posición de insaciables agresores sedientos de sexo y a las mujeres en potenciales víctimas que deben guardar recato.
-Que en una discusión sobre cualquier cosa, el colega de turno me salga con la expresión Ana b3raf: "Yo de esto sé" que anula cualquiera de mis (of course) brillantes comentarios.
-Que no puedas mirar a los ojos al conductor del taxi porque eso te presupone intenciones lividinosas
-Que ser extranjera y rubia (sí, sí... aquí soy rubia) me convierta en ninfómana y tonta.
-La idea repetida hasta la saciedad de que los hombres nos acompañan a casa por nuestro bien porque la ciudad es muy peligrosa (no es peligrosa, por cierto)
-Que cualquier contacto físico absurdo, rollo codo con codo u hombro con espalda, esté bajo sospecha un acto deliberado de contacto no consentido y, por tanto, una agresión. -Que los niños, jóvenes, abuelos y en general cualquier varón desconocido me de la bienvenida al país. Hace ya unos añitos que llegué, gracias muchachos. -Ese toque mágico del taxista al espejo retrovisor para poder observarme sin girar la cara. -Los tssss, tssss, los murmullos, las miradas al pasar, a veces tan sutiles -pero tan evidentes a un tiempo- a las que es difícil contestar.

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