UN día cualquiera me levanto por la mañana y voy a dar clase de español. En los descansos estudio árabe clásico, recibo clases en árabe clásico, me interrumpen alumnas hablando en español, árabe dialectal o inglés. Por las tardes, paso mucho tiempo hablando en árabe dialectal menos si veo a a. o a., con los que hablo en español (de verdad del bueno, no del de los alumnos). m., sin embargo, me habla en italiano y yo respondo en español. en casa de a., por otro lado, f. y f. me hablan en inglés. sin embargo, si están g. o f. hablo con f. y f. en inglés, con a. en español y con g. y f. en árabe dialectal. todo al mismo tiempo.
el primer año que estuve aquí empecé un curso de francés pero al final dejé de ir a clase.
en realidad, no hablo casi ninguna de estas lenguas bien. el español que hablo, la mayor parte del tiempo corresponde a un nivel de registro mucho más bajo que el de un nativo porque necesito que los alumnos me entiendan. al final me he acostumbrado a hablar así.
el otro día me llamó r. para felicitarme el cumple y me di cuenta de que estaba evitando decir palabras complicadas hasta que recordé que r. entiende todo lo que le digo: desde molas un puñao y eres lo más grande hasta a ver cuando metemos la zozobra en una botella.
El caso es que hablaba con m. el otro día de que este uso de la lengua está mermando mis capacidades intelectuales. y es que, en realidad, mis herramientas de desarrollo discursivo/pensamiento están bastante limitadas.
Todo esto para explicar por qué todavía no me han dado el premio nobel.
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martes, 6 de diciembre de 2011
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