viernes, 4 de febrero de 2011

departure day

Ayer en mitad de la noche, se me caían los ojos de sueño y no podía dejar de mirar las entradas de twitter que seguían creciendo a cientos por minuto. La revuelta en el mundo árabe es de las cosas más emocionantes que he vivido en mi vida. Entre la treintena de videos que he visto en youtube me quedo con varias frases que me conmovieron especialmente. La primera: la multitud coreando hurriye, hurriye, hurriye! (libertad, libertad, libertad). Un pueblo acostumbrado a obedecer hasta el absurdo tras años de autoritarismo: estatal, social, familiar. El año pasado en la universidad hablaba con mis estudiantes sobre la libertad. Les preguntaba si eran libres y todos coincidían en que no: no eran libres porque si alguien les ordenaba, no les quedaba más remedio que obedecer la orden. Pasmada, intentaba explicarles que eso no era así: siempre podemos desafiar la orden, las consecuencias siendo más o menos graves. Tras semanas de lucha mis alumnos en masa seguían pensando lo mismo: no somos libres. Más aún, preguntados sobre la libertad casi todo el mundo opinaba que la libertad era buena sólo si era controlada, que la libertad absoluta era mala. La idea de libertad iba inmediatamente asociada a la palabra peligro: la libertad es peligrosa. No digo que los jordanos sean igual que los egipcios ni que la multitud coreando libertad en las calles quisiera decir exactamente lo que yo entiendo por la palabra libertad pero el cambio de paradigma es absolutamente increíble.

En otro video un musulmán practicante grita: no importa si eres cristiano, si eres musulmán, si eres ateo. La lucha por tus derechos es aquí y ahora. El hecho de que el ateísmo se conciba como posibilidad y como hermano de lucha me parece también algo maravilloso. Y el hecho de que lo haga un musulmán me da ganas de llorar.

La tercera frase viene de un hombre protestando frente a la embajada de Londres: "Estoy orgulloso de ser egipcio hoy". Se egipcio en muchos países del mundo árabe equivale básicamente a ser un perro, un esclavo, alguien que llega sin nada a trabajar en la construcción o en los servicios en condiciones de semiesclavitud y que se coloca en lo más bajo de la escala social. Alguien a quien puedes tratar con desprecio, que es invisible. Me pregunto si mis alumnos/as habrán cambiado su opinión sobre el pueblo egipcio (son gente que sólo viene a robar, son gente a la que sólo les importa el dinero, no me gustan los egipcios... son frases que yo he oído decir en clase sin el menor parpadeo y sin que nadie se sorprendiera). El orgullo recuperado del pueblo egipcio me parece toda una lección de valentía y desafío. Y, lo mejor de todo: egipcio puede cambiarse por árabe. El pueblo árabe puede sentirse orgulloso. Y creo que este sentimiento supera sus fronteras. La unión del pueblo árabe y no su desunión es su mejor arma.

Lo que ha pasado en Túnez, lo que está pasando en Egipto, va a transformar el mundo como lo conocíamos. Pienso en Moha, en Hadi, en Ghass, en Khalíl, en Fadi, en algunos de mis estudiantes, en todos aquellos que lucharon y fueron vencidos... gente en el exilio interior y exterior, que ha sufrido la cárcel, que ha luchado para tener que huir y ver cómo sus pueblos caían en manos del fanatismo religioso y el autoritarismo más absurdo, gente que se acomodó y gente que resistió en soledad pasando a formar parte de los outsiders. Pienso en todos los árabes que sólo sueñan con salir de sus países hacia cualquier parte...y que a lo mejor ahora tienen ganas de quedarse. Ellos se conmueven. Yo me conmuevo a su lado.

1 comentario:

gun dijo...

Qué privilegio, poder estar ahí viviéndolo de cerca, y nosotros de poderte leer!

petons!
g.